David Hathaway, sheriff del condado de Santa Cruz en Kino Springs, AZ está a cargo del caso contra el ranchero que mato a un inmigrante que estaba cruzando su propiedad. FOTO: Adriana Zehbrauskas - The New York Times.
Por The New York Times
abril 4, 2023
Un mexicano desarmado fue asesinado a tiros mientras atravesaba un rancho de Arizona. El caso contra el propietario del rancho ha provocado una reacción violenta entre sus partidarios, que afirman que él es la verdadera víctima.
Gabriel Cuen-Buitimea cruzaba las tierras de un ranchero cerca de la frontera con México cuando comenzó el tiroteo. «Me dieron», dijo, antes que sus ojos blanquearan y se desplomara boca abajo junto a un mezquite.
Para el sheriff del condado rural de Santa Cruz (Arizona), este informe, relatado por un testigo, y otras piezas de la investigación sobre la muerte a tiros de Cuen-Buitimea parecían dejar claros los siguientes pasos. La oficina del sheriff detuvo a George Alan Kelly, el ranchero sospechoso de efectuar el disparo mortal, y lo acusó de asesinato.
Entonces empezaron a llover las llamadas furiosas.
"Esto es una basura".
"Es una parodia de la justicia".
"¿Desde cuándo los ilegales tienen derechos?"
Para los rancheros conservadores y los remotos críticos de la inmigración, que se aprovecharon del caso que comenzó a circular en las redes sociales, Kelly, de 74 años, era la verdadera víctima de una turbia historia de muerte y justicia en la políticamente inestable frontera de Arizona.
El tiroteo del 30 de enero agravó las tensiones por el aumento de la migración transfronteriza. Muchos habitantes del condado de Santa Cruz están horrorizados por la matanza y consideran el creciente número de migrantes una crisis humanitaria. Cuen-Buitimea, mexicano de 48 años, iba desarmado y cruzaba la frontera con Estados Unidos de manera ilegal en busca de trabajo, según informaron las fuerzas del orden. Pero los partidarios de Kelly y algunos compañeros rancheros ven el incidente como una prueba de una «invasión» de migrantes y drogas, a lo largo de las 2000 millas de frontera, que amenaza su seguridad.
La muerte de Cuen-Buitimea se sumó a un sangriento número de asesinatos muy difundidos a lo largo de la frontera, y a una sensación de peligro en ambos lados.
En septiembre, dos hombres estadounidenses fueron acusados de abrir fuego contra un grupo de migrantes que se habían detenido a beber agua en un estanque en las orillas de El Paso, Texas. En marzo, dos estadounidenses murieron en un tiroteo durante un secuestro descarado en Matamoros (México) que puso de manifiesto la desenfrenada violencia del lado mexicano de la frontera.
Según las fuerzas del orden, el tiroteo en el rancho de Kelly se produjo después de que un grupo de inmigrantes que atravesaban el desierto cercano divisara un vehículo de la Patrulla Fronteriza y se dispersara. Según las autoridades, cuando dos hombres entraron corriendo en el rancho de Kelly, de 170 acres, Kelly les disparó con su rifle AK-47, hiriendo a Cuen-Buitimea por la espalda.
En los documentos judiciales, la abogada de Kelly ofreció una versión muy diferente, aseguró que Kelly y su esposa estaban almorzando cuando oyeron un disparo. Kelly salió a su porche a investigar, según los documentos judiciales, y a lo lejos divisó a un grupo de hombres vestidos de camuflaje con fusiles de asalto que cruzaban su propiedad. Realizó disparos de advertencia sobre sus cabezas después de que uno de los hombres le apuntara con un rifle, según declaró su abogada en documentos judiciales.
Kelly y su abogada, Brenna Larkin, declinaron hacer comentarios para este artículo.
Kelly se declaró inocente en marzo de los cargos de asesinato en segundo grado y agresión, y quedó en libertad bajo fianza de un $1 millón. El juicio está previsto para el seis de septiembre.
Larkin negó que Kelly efectuara el disparo mortal. En una audiencia en la Corte, pareció plantear la posibilidad de que Cuen-Buitimea hubiera muerto en un conflicto entre bandas rivales.
La cuestión de la seguridad de los ganaderos que viven en la frontera es compleja. La mayoría de los migrantes buscan trabajo o huyen de condiciones peligrosas. Sin embargo, esa circulación de familias y jóvenes migrantes suele estar gestionado por redes de contrabandistas controladas por grupos de delincuencia organizada, incluidos algunos de los cárteles más violentos de México. Los ganaderos de zonas remotas dicen sentirse especialmente vulnerables porque están aislados.
Algunos ganaderos han respondido al creciente número de inmigrantes que entran ilegalmente en el país dejándoles agua en el desierto. Otros utilizan cámaras de caza para seguir a los grupos que suben por barrancos y arroyos. Algunos ganaderos dicen que llevan rifles para defenderse de los traficantes cuando controlan su ganado.
«La frontera está fuera de control», afirmó John Ladd, un ranchero de las afueras de Naco (Arizona), que aseguró haber encontrado 16 cadáveres de migrantes en sus tierras y haber visto a personas con escaleras de 30 pies escalando tramos del muro fronterizo junto a su rancho. «Todos están hartos. Cuando crees que tu vida y la de tu mujer están amenazadas... todo el mundo tiene un punto límite».
Aunque los índices generales de delincuencia en Nogales, Arizona, son más altos que los promedios estatales, los delitos violentos son más bajos. Y la delincuencia es escasa en las zonas rurales periféricas del condado de Santa Cruz, incluida la zona de Kino Springs donde se ubica el rancho de Kelly, según datos estatales. Todo el condado, de 50.000 habitantes, registra a menudo uno o dos homicidios al año.
«Es una zona muy pacífica y tranquila», indicó el sheriff David Hathaway, demócrata electo. Dijo que él y su esposa dan paseos al atardecer no muy lejos de donde ocurrió el tiroteo.
Kelly llamó varias veces a la Oficina del Sheriff de Santa Cruz a principios de la década de 2000 para denunciar disparos en su propiedad, un allanamiento de morada y la manipulación de sus verjas. En 2005, denunció haber visto a un grupo de migrantes en sus tierras, y dijo que cuando dos de los hombres se le acercaron después de gritarles que se detuvieran, utilizó su pistola para hacer un disparo de advertencia al aire, según el informe de un agente del sheriff.
Kelly también realizó llamadas periódicas a los agentes de enlace con los ganaderos de la Patrulla Fronteriza, según el testimonio en la corte.
Kelly era un desconocido para muchos ganaderos comerciales de la zona. Algunos lo llaman «ganadero aficionado», en comparación con las grandes explotaciones que pastorean cientos de cabezas de ganado.
«Ninguno de los rancheros con los que he hablado lo conoce», afirma Jim Chilton, ranchero y partidario del muro fronterizo en Arivaca (Arizona).
Chilton declaró que ve regularmente grupos de personas con mochilas cruzando su terreno, pero afirmó que tienden a evitar su casa.
«Nunca he disparado, pero voy armado en todo momento», aseguró, y añadió que sentía compasión por Kelly: «Puedo entender sus frustraciones con la gente que pasa por su casa».
En una novela autopublicada en 2013, «Far Beyond the Border Fence» (Más allá de la valla fronteriza), Kelly evocó al personaje de un ranchero fronterizo llamado George que patrulla su rancho, el cual es una «zona de guerra». George se involucra en tiroteos con traficantes y se adentra en México para rescatar a familiares secuestrados.
Cuen-Buitimea, de 48 años, creció en una casa de adobe en el empobrecido pueblo agrícola de Buaysiacobe, en el estado mexicano de Sonora, según sus familiares y amigos. Había cruzado ilegalmente a Estados Unidos y había sido deportado al menos tres veces entre 2011 y 2016, según los registros judiciales.
La tumba, en México, de Gabriel Cuen-Buitimea quien fue baleado por un ranchero en Arizona cuando cruzaba su propiedad camino a buscar trabajo. FOTO: Dolores Hernández - The New York Times.
Jesús Molina, un amigo, afirmó que Cuen-Buitimea vivía con sus dos hijas mayores en Nogales, México. De vez en cuando regresaba a Buaysiacobe, a unas 350 millas al sur de la frontera, donde vivían su madre y otros familiares. En Buaysiacobe, trabajaba en los campos de cebolla y se reunía con sus amigos en un taller de reparación de neumáticos, según Molina.
En los documentos presentados ante el tribunal, la abogada de Kelly afirmó que Cuen-Buitimea debía de ser un traficante ("de personas, de drogas o de ambas cosas") porque los investigadores habían encontrado una radio de dos vías junto a su cadáver, a unos 100 metros de la casa de Kelly.
Funcionarios de la oficina del sheriff del condado de Santa Cruz declararon que creían que Cuen-Buitimea se había dirigido a Phoenix en busca de trabajo como techador, y que no habían encontrado ninguna prueba de que hubiera sido traficante.
Los registros judiciales indican que un testigo informó a los investigadores que él y Cuen-Buitimea se dirigían a la zona cuando un hombre con un rifle abrió fuego sin previo aviso.
Kelly llamó a la Patrulla Fronteriza para decir que le estaban disparando, y que él estaba devolviendo el fuego y persiguiendo a un grupo de hombres, según el testimonio de los agentes del orden. Los agentes que acudieron buscaron en la zona, pero no encontraron a nadie.
Hacia el anochecer, Kelly informó a un agente del sheriff que había encontrado el cadáver de Cuen-Buitimea. En una grabación de la llamada al 911 obtenida a través de una solicitud de registros públicos, Kelly dice que duda en hablar por teléfono, y le dice al despachador que descubrió «un animal tendido boca abajo».
«¿Un animal?, pregunta el operador.
«Un animal», responde Kelly. «Y ya sabe lo que es un animal: no es un vegetal ni un mineral. Es un cuerpo, ya sabe a lo que me refiero».
En los documentos legales, la abogada de Kelly calificó las declaraciones de los testigos de «altamente sospechosas» y expresó que son contradictorias y que no coinciden con las pruebas físicas.
Partidarios de Kelly que hablaron con su familia aseguran que él y su esposa abandonaron la casa del rancho en Kino Springs porque están preocupados por su seguridad. El camino de terracería que lleva a la propiedad está bloqueado por una verja cerrada y un cartel que dice: "Prohibido el paso".
Jack Healy - The New York Times
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