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Por Alfonso BLANCO CARBAJAL
Neil Armstrong duraba semanas enteras en el municipio Hidalgo, Dgo., refugiado en su rancho ganadero. No necesitaba guardaespaldas porque los mismos rancheros viejos y sus trabajadores lo cuidaban en su predio día y noche.
El secreto de Neil consistió en hacer sentir a sus trabajadores que eran parte de la familia Armstrong, aunque era el único de ese clan que frecuentaba su rancho ganadero del que ahora nadie sabe a quien pertenece. Tenía el hábito de llegar con regalos para los trabajadores y sus familias, y no era de los que obsequiaban espejitos porque «era cortés, amigable y generoso».
Cuando Neil llegaba al municipio Hidalgo, Dgo., se dedicaba a descansar y organizaba convivios con sus invitados principales, sus trabajadores, que sabían bien que su «jefe» iba al rancho a descansar y no deseaba platicar con extraños. Sabían que ese era el objetivo de su presencia en Hidalgo, Dgo., y lo complacían. Cuidaban que nadie se acercara y nunca se acercó nadie, y nadie se enteró ni divulgó la presencia del hombre que puso el primer pie en la luna.
Describían a Neil Armstrong como un hombre sencillo, con empatía entrañable por los mexicanos, muy distante de la arrogancia y el despotismo que muestran la verdadera cara de muchos que llegan a la fama. Su sencillez, su generosidad y el buen trato fueron las características principales que conquistaron a los empleados de ese rancho. Eso se hablaba de él y eso se decía de su personalidad.
Se turnaban para darle gusto a su patrón porque lo apreciaban y porque Armstrong supo ganárselos con buenos tratos y convivios familiares.
Sus llegadas eran sorpresivas y nunca avisaba a las autoridades estatales de Chihuahua, Coahuila ni Durango. Quería permanecer en el anonimato, lejos del «mundanal» ruido y de la sociedad. Eso mismo hacía en sus propiedades que tenía en Nuevo México, EE.UU. No le agradaba la publicidad que por su fama no podía impedir, pero manifestaba su repudio al protagonismo.
Villa Hidalgo, Dgo., la cabecera del municipio Hidalgo.
Cuando visitaba el norte de Durango, acostumbraba a entrar por el «puerto fronterizo» El Paso, TX-Ciudad Juárez, Chih., y se trasladaba por la carretera Panamericana.
Cuando llegaba por Coahuila, arribaba por vía aerea al aeropuerto internacional de Torreón, Coah., y desde ahí lo trasladaban sus trabajadores que no hacían muchos movimientos escandalosos para «no atraer la atención de algún indiscreto». Fueron muy cautelosos y les dio buen resultado porque nadie, de los altos mandos en los medios de comunicación de Durango, Coahuila, Chihuahua ni de las esferas oficiales se enteró de la presencia del astronauta en tierras duranguenses, coahuilenses ni chihuahuenses.
Todos sus trabajadores sabían que si la presencia de su patrón se volvía popular y comenzaban a llegar reporteros de todas partes se acababan las visitas de su «jefe». Sostenían que no abundaba esa clase de jefes y que a ellos les agradaría tenerlo de visita con mayor frecuencia, pero que no era posible por sus multiples compromisos.
Su presencia daba notoriedad al rancho ganadero porque se organizaban guardias diurnas y nocturnas para cuidarlo bien sin que se los pidiera con una orden directa o intencional. A pie y a caballo hacían sus rondines y nadie se quejaba de explotación laboral. En las noches mantenían iluminadas los contornos con hogueras. Todos estaban contentos de tener con ellos a Neil Armstrong. Para los trabajadores del rancho que no ha sido identificado eran verdaderos días de fiesta y lunadas alegres.
Tambien los presidentes muncipales mantenían en secreto la presencia del astronauta porque en los periódicos de Durango NUNCA se recibió el aviso, soplo o rumor de que un hombre muy importante de la NASA estaba en ese lugar donde Neil descansaba.
Decían los viejos con los que charlé en la época de los 70’s, que a los trabajadores del rancho les agradaban mucho las visitas del astronauta porque eran dias de fiesta con convivios y ellos eran los invitados principales, Por convicción propia y en agradecimiento se sentían comprometidos a cuidar bien a su jefe, que era anfritrión y huesped al mismo tiempo.
En una ocasión, en mediados de 1974, me encontraba en el margen noreste de la presa Lázaro Cárdenas, a unos cientos de metros del poblado Ignacio Allende, Indé, Dgo. Ahí fuimos invitados a comer pescado frito otros colegas y yo. Hubo chiharrones de pescado y caldo de pescado recién capturado en las aguas de la presa mas grande del estado de Durango. A unos cuantos kilómetros, a hora y media, tal vez un poco más, había una fiesta en grande, amenizada por algunos trabajadores que sabían tocar guitarra, violín, acordeón y contrabajo o cremona. Había música y buen ambiente con carne asada, carnitas de puerco, chicharrones y cerveza que disfrutaba solo la gente del rancho.
En esos momentos llegaron a nuestro sitio de reunión unos habitantes del pueblo y comentaron: «Ahorita están de fiesta en el rancho del astronauta Armstrong. Hay musica y buen ambiente. Está a todo dar. Los muchachos están contentos porque tienen de visita a su patrón. El los quiere y los trata bien. Ellos lo quieren y lo tratan re’quete bien», dijo uno de los recién llegados.
Lo lamentable de las visitas de Neil Armstrong al municipio Hidalgo está en que la excesiva discreción apagó los reflectores de la atención pública y ahora se sabe muy poco de él o se ignora demasiado de sus descansos de varios días en el rancho que fue de su propiedad en las extensas áreas pratícolas que hacen de ese municipio el principal productor de buena carne en la entidad.
Mucha discreción borra buenos momentos y crea lagunas en los anales de la historia, como ocurrió con esa época que pudo haber sido muy importante para el municipio Hidalgo, Dgo.
Hace tres años traté de obtener información para estructurar un reportaje con datos, nombres, fechas, lugares y no fue posible porque la presidencia municipal informó que no tenían conocimiento de que Neil Armstrong hubiera estado alguna vez en determinado pueblo de ese municipio. «No sabemos nada de eso. Ni siquiera teníamos idea de que él (Neil Armstrong) hubiera estado aquí».
Hubo mucha discreción y ahora hay demasiado silencio, como si el astronauta nunca hubiera estado en lo que fue su rancho. Tal vez los actuales habitantes se sienten tan comprometidos a guardar silencio y ahora cuidan que nadie se lleve los recuerdos de ese astronauta que ya nadie tiene en su mente.
Armstrong buscaba pasar inadvertido para todo el mundo y poder descansar «a sus anchas» sin ser molestado por nadie y lo logró tan bien que los mismos que lo recibieron lo ocultaron, y los descendientes de estos ahora lo mantienen en el anonimato premeditado, o de plano la presencia de Neil Armstrong les pasó de noche porque «nadie sabe nada de él».
Incluso su muerte quedó en un final confuso porque los medios de comunicación mencionaron negligencia médica que los dos hijos comenzaron a reclamar por el error cometido por las dos enfermeras que lo asistian.
El periódico The New York Times publicó el día 25 de julio del 2019 el reporte escrito por sus reporteros Scott Shane y Sarah Kliff titulado: Un secreto turbio en la muerte de Neil Armstrong, el astronauta más famoso. Sostiene el diario que los dos hijos del astronauta «afirmaban que la atención deficiente que el hospital Mercy Health de Fairfield le dio a Armstrong después de la operación le había costado la vida». Incluso un experto que continuó sus investigaciones para el hospital encontró problemas graves con el tratamiento que se le dio a Neil.
«El hospital defendió la atención brindada, pero pagó seis millones de dólares a la familia para resolver el problema en privado y evitar publicidad negativa, según lo demuestran documentos. El hospital insistió en mantener en secreto las quejas y el acuerdo».
El mismo diario neoyorquino sostiene que a principios de agosto de 2012, Armstrong se sometió a una cirugía de baipás, que es un conducto artificial o trasplantado mediante el cual se comunican dos puntos de una arteria para evitar una zona dañada o en mal estado, según el diccionario de Definiciones Oxford Languages. Después, su esposa le comentó a The Associated Press que el astronauta tenía «una resiliencia asombrosa» y que ya estaba caminando por el pasillo. Sin embargo, cuando las enfermeras le quitaron los cables de un marcapasos temporal, Armstrong comenzó a sangrar hacia la membrana que rodea al corazón y le causó daños que provocaron su muerte el 25 de ese mes.
No le gustaba la fama y era famoso. No le agradaba el protagonismo y con frecuencia tenía que ser protagonista por necesidad inherente a su profesión primero, y a su fama ganada por el vasto campo de experiencia que aumentaba cada día de su vida.
The New York Times confirma en el mismo artículo las palabras de los hidalguenses que referían a un Armstrong austero, discreto, sencillo, empático y simpático, y con su praxis cotidiana de vivir enemistado con el protagonismo y alejado de la publicidad: «evitó los reflectores después del Apolo 11 y nunca sacó partido de su fama».
¿En verdad nadie lo recuerda en el municipio Hidalgo, Dgo?
¿Los actuales habitantes nunca se enteraron de la presencia del primer astronauta que puso los pies y caminó en la luna? Algo no encuadra con esa parte de la historia del municipio y el silencio que parece tiene más ignorancia que deseo de guardar un secreto por discreción comprometida.
¿Qué daño le puede acarrear a Hidalgo, Dgo., si se narra la autenticidad?
La verdad puede ser muy buena porque es probable que a mucha gente de Durango y de otras entidades federativas le interese conocer el rancho donde descansaba Neil Armstrong. Eso transformaría al municipio Hidalgo en un atractivo turístico ¿A eso le temen?
¿Por qué hay tanto silencio detrás de esa veracidad?
Neil Armstrong era de carne y hueso como los hidalguenses, y en la suela de sus zapatos también se llevó algo del polvo del municipio Hidalgo como el polvo lunar que se adhirió a la planta de las botas que utilizó para caminar en la luna. Tal vez amó a Durango y nunca se enteraron los duranguenses por su silencio habitual y su personalidad introspectiva.
Neil Armstrong era hidalguense por derecho propio y por las posesiones que tenía en esa zona del norte de Durango.
¿Por que no enfocan los reflectores hacia ese lugar que Armstrong visitó varias veces para aislarse del mundo, de su gente y de la sociedad de la que siempre huía para refugiarse en Hidalgo, Dgo?
Fue una figura humana de grandes proporciones que algo sintió por su rancho y merece que le correspondan de la misma manera que él trató a los viejos que hacían buenas narraciones y tenían buenas expresiones del astronauta, que por momentos se volvia hidalguense por adopción y por adaptación.
Por algo Neil Armstrong tenía su rancho en el muncipio de mayor produccion ganadera de Durango. Por algo se refugiaba en su cabaña, en su casa de campo, acompañado por mexicanos y sus asistentes que siempre lo acompañaban.
Por algo se sentía a gusto con sus trabajadores y convivía con ellos sin temores.
Hagan algo y adopten a Neil Armstrong como hijo adoptivo que fue en su rancho varias temporadas con su presencia, y dénle más fama a Hidalgo, Dgo.
Hagan algo por Neil Armstrong. No lo olvden. El hizo algo por esa gente y por Durango. Ahora hagan algo por el municipio Hidalgo.
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