Por Juan Carlos Soto Clemente
El cierre de etapas es doloroso y la cicatrización de las heridas es demasiado lenta.
Luego, cuando uno siente que toca fondo y que ya no quedan lágrimas, cuando se secó hasta el Alma, llega la aceptación.
La sanación se vislumbra más prometedora.
Cuando por fin logramos recuperar un esbozo de sonrisa, cuando las flores empiezan a llenar nuestro corazón infértil, nos levantamos más fuertes, más sabios y con algunos raspones que nos recuerdan las caídas.
Hasta que un día cualquiera vuelve la sonrisa, y es tan radiante y refulgente que asta el mismo sol siente consumido por la envidia.
Entonces, sólo entonces sabrás que has sanado y que el horizonte te depara muchos cambios.
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