​Abigail Vanessa Rojas Huerta estudia el tema

«La población anciana, cada vez más sola y sin apoyo económico»

No vivir acompañados puede ser una causa de mayor mortalidad en ancianidad.
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 ANCIANIDAD

Por Patricia López Suárez

Dentro de los procesos demográficos que retan a las sociedades actuales en todo el mundo destaca el envejecimiento de la población, que ocurre a mayor velocidad en países en desarrollo, afirmó Abigail Vanessa Rojas Huerta, investigadora del Instituto de Geografía (IIG) de la UNAM. No vivir acompañados puede ser una causa de mayor mortalidad en la ancianidad.

En un estudio sobre el tema, realizado en colaboración con Jaime Lara Lara, de la Universidad de Monterrey (UDEM), en marcha, la actuaria y demógrafa señala que, en México, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, alrededor de 12 por ciento de los mexicanos se encuentran dentro del grupo de 60 años y más. Estima que esa cifra se duplicará en 17.4 años y sostuvo que eso requiere prever las necesidades que demandará este sector respecto a salud, pensiones, cuidados y bienestar en general», indicó

Rojas Huerta comentó que, aunque se tiene la idea de que las familias proporcionan cuidados y apoyo a sus adultos mayores, la evidencia del estudio muestra que, debido a que éstas son cada vez más pequeñas o con hijos que permanecen lejos, es menos probable tener la ayuda.

Además, ese grupo se enfrenta a la viudez, separaciones y aumento de divorcios, provoca que las personas vivan solas si se encuentran en la vejez y no cuentan con hijos o familiares. «Aunado a eso, la mayor esperanza de vida se relaciona con vivir más años solo», mencionó luego.

La especialista del IIG sosgine en su estudio que la condición de no vivir con nadie puede ser una causa de mayor mortalidad entre la población adulta mayor. «La soledad emocional entre los adultos mayores que viven solos tiene mayor impacto en la mortalidad, en primer orden los que tienen algún problema de dependencia funcional».

De acuerdo a su trabajo, Rojas Huerta considera que las condiciones son aún más difíciles para las mujeres, porque en general viven más tiempo que los hombres, y muchas en su vida productiva permanecieron en su hogar o su economía dependió del esposo, por lo que no tienen pensión.

«Sabemos que las mujeres, debido a los roles que se nos han dado, dejamos el mercado laboral, o las generaciones anteriores no tenían derecho a trabajar ni a la seguridad social, entonces muchas adultas mayores no reciben pensiones, o éstas son paupérrimas y no les alcanza para vivir», puntualizó.

Hijos que migran al extranjero

A ese fenómeno de soledad por familias pequeñas, hijos distantes y personas mayores que viven solas, se suma la migración internacional, que por lo general ocurre entre los jóvenes, lo que implica un envejecimiento del lugar de salida y una disminución del número de personas cercanas que pueden ofrecer cuidados y soporte a los adultos que permanecen en el lugar de origen.


En sentido inverso, Rojas Huerta ha observado en su estudio que el flujo de remesas del extranjero hacia regiones de economía desfavorecida puede permitir un mayor acceso a bienes y servicios, incluyidos los relacionados con la salud.


«La migración es otro de los componentes que nos dice cómo envejecen las sociedades. En algún momento en México muchos migraban a Estados Unidos, en primer orden los hombres y jóvenes, y en la actualidad cada vez son más mujeres, y además jóvenes.


«Por su envejecimiento progresivo en esos lugares de origen se quedan los adultos mayores, casi siempre solos, y muy arraigados a la tierra, a sus costumbres. No desean ir al país vecino», expresó.


El estudio aborda la migración por las zonas de origen del país que se quedan envejecidas y solas, ly sucede más en los estados con mayor migración al extranjero.


Rojas Huerta explicó que la población está compuesta por los nacimientos, defunciones (que nos dicen cómo aumenta y disminuye la población) y la migración, dividida en dos partes: la inmigración (que son los que llegan a una población) y la emigración (que es la población que sale).


«Los nacimientos incrementan a esa población establecida, las defunciones la disminuyen, las inmigraciones crecen y la emigración también la reduce. Al tener migración internacional en la nación, los adultos mayores se quedan solos en la localidad de origen. Y si salen los jóvenes deja de haber nacimientos. En esos lugares no hay inmigración. La gente no quiere llegar a esas poblaciones semia bandonadas, por eso se quedan solas las personas mayores, concluyó la especialista.


Fuente: Gaceta UNAM

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