Juan Carlos, el escritor
Un día un sabio estaba frente a un grupo de mujeres que querían conocer el secreto del amor. Él se acercó a una gallina. Bonita gallina con plumaje blanco, grandes patas y un pico largo y filoso.
Comenzó a perseguirla. Le habló bonito hasta ganar su confianza. La gallina se dejó agarrar y el hombre comenzó acariciarla hasta que por fin la tenía en sus brazos.
Cuando la gallina se sentía cómoda y tranquila en esos brazos cálidos, se quedó a gusto. El sabio comenzó a quitarle la primera pluma. A los pocos minutos le arrancó segunda. Luego otra y otra y otra hasta que la desplumó toda.
Por el dolor, la ave intento fugarse, pero no pudo. Sintió miedo. Las mujeres quedaron sorprendidas de lo que hace el hombre y por qué hizo el sabio semejante atrocidad. Todas permanecieron en silencio.
Al término de una hora la gallina estaba desplumada y la puso en el suelo y les pidió a las mujeres que pusieran atención para que observen lo que iba a suceder. El sabio pidió un puño de maíz y trigo. La gallina sin plumas, adolorida y ensangrentada comenzó a correr detrás de su torturador, el sabio, mientras éste dejaba caer al piso granos de maíz y trigo. El Sabio caminaba en círculos y la gallina corría detrás de él.
Paciente, la gallina esperaba el momento en que él le aventara un granito de maíz o uno de trigo y las mujeres quedaron sorprendidas.
Llegó el momento que él sabio aprovechó para explicarles y dijo:
Así es como las mujeres esperan el amor. Así reaccionan con el que las lastima. No esperan que llegue el que va a protegerlas, a mimarlas, a cuidarlas y brindarles toda la atención que necesitan. Un hombre las puede lastimar poco a poco. Les quita una pluma, luego la otra y así continúa hasta desplumaras por completo.
Ustedes permanecen ahí hasta que en medio de la rabia y el rencor deciden escapar, pero les da miedo. Y cuando por fin se quedan sin plumas y las dejan en el suelo y pueden irse regresan para que les den migajas del amor que esperan recibir. Regresan porque les ofrecen migajas de amor. Y siguen detrás del hombre que las maltrata. Esperan el momento en que les aviente un pedazo de lo que no puede darles porque no lo siente y no lo tiene. Su corazón está vacío y no puede darles amor. Él vive con las migajas que recogió y reparte lo mismo. No se dejen desplumar. Su vida vale mucho. Ustedes son importantes y muy valiosas.
«Mientras tu no te ames vas a permitir que te arranquen las plumas y siempre te conformarás con migajas. Reacciona. Levántate. Recupera tu dignidad y decídete a caminar con valentía.
Buen día a todos y que Dios los bendiga.
Lic. Juan Carlos Soto Clemente
Escritor, periodista y coaching espiritual
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