Por Alfonso BLANCO CARBAJAL
Lo bueno de la libertad de expresión tiene alcances y extensiones dimensionales porque se rompen los moldes de la exclusividad que algunos prefieren por la declaración del tradicionalismo, que sirvió de marco para la peregrinación de directivos, administradores y agentes investigadores y policíacos de la secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP).
No deben estar reñidas ninguna de las culturas presentes en las peregrinaciones guadalupanas porque todas tienen aceptación social en dos vertientes. Unas son vistas con afinidad por los conservadores y otras por los amantes de la evolución en las revelaciones plásticas de las corrientes sociales.
Grupos de «indios» exhiben con su atuendo la identidad regional de la geografía donde vivieron, se desarrollaron y permanecieron hasta que fueron despojados de sus tierras. Unos en el valle del Anahuac y otros en EE.UU. y Canadá. Los danzantes que visten a la usanza de los apaches, navajos, comanches, pieles rojas, chiricahuas, mezcaleros y otras tribus rememoran a los viejos habitantes de los territorios de America del Norte, igual que los trajes de aztecas, mayas, totonacas, tarascos, olmecas y otras etnias mexicas.
Visto desde ese ángulo, las culturas procedentes del otro lado del mar fragmentarían el esquema del folclore propio del continente Americano, pero la necesidad de aprender a cohexistir con otros pensamientos sientan las bases para que los moldes europeos entren a formar parte de los grupos de nativos junto con los vikingos procedentes de Escandinavia, y las hordas de la estepa euroasiatica.
Todas, mezcladas en sus constantes manifestaciones dancísticas, contribuyen a fomentar en el público que los observa, cierto grado de interés por conocer esas culturas desconocidas o identificarlas un poco más aunque no sea en su expresión exacta.
Unas mantienen viva la tradición y el raigambre de los antiguos nativos que poblaron el continente Americano desde Canadá hasta el Cono Sur porque coinciden en sus vestuarios, sus armas y sus respuestas bélicas a los invasores que llegaron a sus tierras.
Las otras, como los vikingos, los mongoles, los teutones, los galos y diferentees grupos de Asia y Europa, llegan al público como una novedad plástica, de entretenimiento y de arte, hasta que los identifican como representaciones genuinas o aproximadas de los verdaderos personajes que reviven épocas pasadas con sus marchas, sus danzas, sus armas y sus vestiduras. No son plasmadas con fidelidad, pero alguna idea de aquellas asociaciones se forman en los que observan esas danzas.
Las peregrinaciones guadalupanas son expresiones religiosas combinadas con las tradiciones y culturas diferentes, y confluyen en un entretenimiento generalizado que crece cada día y se extiende en la geografía estatal y nacional.
Este período guadalupano nutrió esa clase de proyección con rasgos basados en la historia de México y de otros países, y los danzantes son los principales artífices de esa unificación antropológica que alimentan con su participación en las danzas anuales que también hacen mas fuerte el guadalupanismo.
Las danzas y las peregrinaciones expresan la devoción guadadupana de quienes las practican, por un lado, y de quienes participan en ellas, por otro. Los danzantes hacen un esbozo generalizado de la ilustración propia y la ajena. Son artistas voluntarios, devotos y su labor es muy grande.
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