Por Alfonso BLANCO CARBAJAL
No todos son rudos, pero algunos descomponen el orden y hacen que la gente sienta rechazo por el resto de los desposeídos que deambulan en las calles para pedir «una moneda para comer», «para comprar un taco». Unos son tranquilos, otros son persistentes. Si alguien no escuchó su petición insisten y reaccionan con agresividad si no encuentran respuesta coherente con su demanda.
Frente a las constantes presiones hay quienes creen que no se les debe dar nada y otros consideran que solo hay que dar a los necesitados, pero quienes son esos porque unos requieren dinero para comprar alimentos y otros para adquirir la substancia que consumen por su adicción.
Por el andador Constitución, entre Gabino Barrera y Coronado, una señora de unos 60 años o más, vestida con ropa negra, le pidió esa clase de ayuda a un adolescente de unos 14 o 15 años. El joven le respondió bien a la supuesta indigente.
-No traigo dinero señora.
La respuesta de la señora lo dejó perplejo.
-Ojalá que nunca traigas, muchacho maldito hijo de tu chingada madre.
El adolescente se conmocionó con esas expresiones y no supo que hacer.
Un señor que escuchó le sugirió a la menesterosa aparente que no fuera abusona y le recomendó que les dijera lo mismo a los adultos que le niegan dinero.
-No se va a ir limpia porque de todos los que reciban sus ofensas alguno le va a responder con la misma medida. Si sigue así la van a madrear muy pronto, señora, le advirtió su consejero casual.
-Ese muchachito es bueno, porque si hubiera sido un vaguito la habría mandado rápido a chingar a su madre, le dijo a la señora.
-El niño es familiar tuyo, pregunto la inquirida.
-No señora. No es mi familiar. Si fuera mi hijo le habría dicho delante de usted que le respondiera igual, que se defendiera para que no se deje intimidar por cualquier pendejo o pendeja en la calle.
-Entonces no te metas en lo que no te importa güey, fue la respuesta irracional de la mujer, que se alejó muy tranquila, como si no hubiera hecho nada malo.
-El sujeto que intervino para defender al niño le dijo al ofendido, no le hagas caso. Vete tranquilo. Así hay mucha gente perdida como ésta mujer, pero ella es malvada y va a causar problemas a los que en verdad tienen necesidad, expresó el defensor.
La señora se fue hacia el norte y en la calle seguía su acercamiento a la gente para pedir dinero. No se vio que insultara a los que le decían NO con movimiento de cabeza. Ella seguia su camino.
En otra ocasión, cerca del puesto de gorditas Santa Ana se detuvo un pedigüeño alto, de unos 30 años. Pidió dinero a dos muchachas y un varón que charlaban en las inmediaciones de la parroquia de la Santa Ana y la Sagrada Familia.
-Me regala una moneda.
-No traigo, le respondió una.
-Me regala una moneda, inquirió a la otra.
-No traigo, respondió también.
Se dirigió al muchacho y le hizo la misma petición una vez y recibió la misma respuesta negativa.
El supuesto indigente no se movió. Siguió en el mismo lugar y volvió a pedirle al varón de ese grupito. Obtuvo la misma respuesta de negación.
El aparente necesitado explotó y con un grito violento volvió a preguntar:
-¡Traen una moneda si o no!
Esa pregunta fue una provocación directa. Un ataque furioso porque ninguno de los tres le dio dinero. Estaba urgido y su mal carácter lo hizo reventar con otro que respondió como se les tiene que responder a esos limosneros agresivos.
-Con una chingada ¿Qué no entiendes que no te vamos a dar nada, cabrón? ¿Estas sordo o te haces pendejo, güey? Lárgate a la chingada.
No tuvo otra opción. Obligado, se retiró de ahí. Molesto, pero se fue. Supo que si se ponía perro le iban a tundir. Ya había preparado bien el terreno para que lo madreara el joven que fue interrogado en tres ocasiones con la misma pregunta. Una de ellas frontal y muy directa para calentar el ambiente.
En cuanto se retiro el falso pordiosero, llego otro, bajo de estatura, con un bote de bebida energética que alguien le regalo. Se acercó al grupito con la misma petición, pero con una cantidad nominal agregada.
-Me regalan una moneda de 10 pesos?
Los tres le dijeron NO y su reacción fue violenta con la primera y única pregunta. Levantó el bote con bebida que traía lleno en la mano derecha y lo arrojó con fuerza contra el rin de un automóvil que estaba estacionado frente a ellos.
-No importa que hagas teatro cabrón. No te vamos a dar nada y lárgate de aquí, le advirtió el muchacho.
Ese es el panorama que se aprecia en las calles del perímetro principal de la ciudad, el sector comercial de mayor movimiento. Esos falsos limosneros van a causar dificultad a los indigentes pacíficos que no molestan a nadie y que sobreviven con los residuos alimenticios que encuentran en los botes de basura.
Esos no tienen techo, viven en la calle y comen lo que encuentran comestible en los botes de basura. Ellos si necesitan ayuda porque ingieren alimentos que están a un lado del excremento de los perros, que echa la gente de sus animales que saca a pasear.
Las organizaciones de empresarios y comercios pueden buscar entre los restauranteros respaldo para que esa gente tenga alimentos como hacen varios negocios de comida rapida en los Estados Unidos.
Pizza Hut, Cesar’s Pizza, Domino’s Pizza y otras cadenas se organizan y les sirven de comer a los menesterosos, vagabundos sin casa, para que se alimenten con las pizzas que regalan esos establecimientos. Eso también pueden hacerlo aquí en Durango.
Esa es la gente que necesita ayuda. A ellos si porque son enfermos que no exigen ni piden, se van directo a los botes de basura, y sí aceptan cuando alguien se acerca a ellos para darles alimento con el propósito de mantenerlos lejos de los botes saturados de inmundicias. Son conscientes y no molestan a nadie porque saben que el hambre la tienen ellos, no los demás.
Ellos si necesitan ayuda, no los limosneros con garrote, que son una amenaza constante.
Imagenes de Diario de Las Américas, Diario Correo, CiberCuba, iStock, GettyImages
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