China y Rusia ya no van a pelar
con Estados Unidos porque su
presidente aplica la estrategia
comunista de dividir para vencer.
Donald Trump actúa como buen
comunista al servicio los enemigos,
divide a sus aliados con sus sanciones
arancelarias y a todos los va a voltear
contra la Unión Americana.
El enemigo de Estados Unidos es
su mismo presidente. Es su principal
detractor. No va a hacer más fuerte a
su país, lo va a poner de rodillas con
sus frustraciones.
Los chinos, los rusos y las demas
naciones dictatoriales solo esperan
que se cumpla su lema de dividir y
vencer que aplica Trump como
buen bolchevique, porque eso los
fortalecera en la búsqueda de su
hegemonia global.
Está lleno de odio y desencantos, y
es muy peligrosa esa carga de
emociones que pone en riesgo la
seguridad y el poder de una nación
que está bajo la mira de las
potencias enemigas.
A Donald Trump lo desquició la derrota
ante Joe Biden hace mas de cuatro años,
comenzó a manejar la bandera de
víctima de fraude electoral y nunca
aceptó su derrota porque se cree infalible.
Su populismo se convierte ahora en el
enemigo numero uno de EE.UU., y ya
comenzó a acarrearle problemas a su
propia nación porque va a debilitarla en
lugar de fortalecerla.
Es destructivo el espíritu de un presidente
que llega al poder cargado con emociones
diferentes, contradictorias y saturadas con
malogros que lo hacen ver que también
sus amigos son enemigos peligrosos y hay
que vencerlos, castigarlos, someterlos.
Mientras él continúe su política de garrote
para todos, China, Rusia y las demas naciones
dictatoriales van a esperar con tranquilidad
que EE.UU. le parta la madre a sus aliados y
ellos se fortalecen.
Si eso busca Donald Trump, va por buen camino.
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